Fondos de pensiones: Un balance entre riesgo y retorno
Alejandro Charme Abogado, Socio Principal de Charme Consultores
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Alejandro Charme
Las pensiones en Chile son bajas porque la tasa de cotización, la densidad previsional y la cobertura del sistema es baja. En esto hay consenso. Además, hay distancia entre la edad legal de pensión versus expectativa de vida e inequidad de género en el mercado laboral. No obstante, hay un factor crucial para que los sistemas de pensiones otorguen prestaciones más altas y sostenibles en el tiempo, que es el ahorro con mejores retornos.
La legislación y normativa previsional deben actualizarse permanentemente para que las inversiones del sistema puedan obtener -en un mercado de capitales seguro- mejores rentabilidades de acuerdo con las características de cada grupo de afiliados. En este sentido, el legislador debe dar las bases y lineamientos estructurales para que cuerpos colegiados altamente técnicos junto al Banco Central y los reguladores del sistema y del mercado emitan la normativa más detallada. Recordemos que la participación de privados en mercados regulados está sujeta estrictamente a la normativa legal y reglamentaria, y el campo de acción obedece más a la capacidad y experiencia profesional de los administradores que a la regulación misma.
“Inversiones más flexibles con una supervisión focalizada en el riesgo y retorno de las carteras, permitirán que los afiliados ejerzan un derecho a elección entre actores que se diferenciarán por su conocimiento y experiencia en la materia”.
Este aspecto relevante para mejorar las pensiones está ausente en el proyecto del Gobierno, por lo que será responsabilidad del Senado ponerlo sobre la mesa. Es sabido que el envejecimiento de la población irá en aumento y los retornos esperados de las inversiones no generarán aquellas rentabilidades pasadas, que podían acercarse incluso hasta los dos dígitos.
Entonces, ¿qué medidas podemos tomar? Por una parte, la normativa legal y administrativa debe focalizarse en cómo la cartera de inversiones puede adecuarse al objetivo perseguido por el sistema de pensiones, esto es, generar ingresos suficientes y estables para la etapa de vejez. Tanto los administradores como los afiliados deben tomar conciencia de que el ahorro previsional tiene un horizonte de inversión predominantemente de largo plazo, por lo que se deben dejar atrás las comparaciones de rentabilidades del último mes, del trimestre anterior e incluso de un año, para empezar a observar las de más largo aliento.
Es importante mantener un balance adecuado entre el riesgo de las inversiones, la rentabilidad que generan, el plazo en que se espera se genere esta rentabilidad y la edad del cotizante para saber cuánto falta para jubilar. La conjugación de todos estos elementos obliga a tener regímenes de inversión más flexibles y que permitan incorporar en la cartera de inversiones una diversidad de instrumentos que puedan ir satisfaciendo el balance que debe existir entre el riesgo y el retorno de la inversión, según sea el tipo de cotizante.
El otro aspecto que se debe considerar es el enfoque de la fiscalización del sistema, avanzando aún más a una supervisión basada en riesgos. Tal como lo señala el BID, “es una metodología que enfoca los esfuerzos de supervisión en los aspectos que presentan mayor riesgo de forma preventiva, producto de una evaluación de los procesos a lo largo de toda la cadena de valor de la administración e inversión de los fondos de pensiones”.
Inversiones más flexibles con una supervisión focalizada en el riesgo y retorno de las carteras, permitirán que los afiliados ejerzan un derecho a elección entre actores que se diferenciarán por su conocimiento y experiencia en la materia, pudiendo de esta forma competir en el factor relevante para obtener una mejor pensión.